IMPRESIÓN Y RUPTURA

El siglo XIX nace marcado por el cambio económico que supuso la Revolución Industrial y por el vuelco político manifestado por el ciclo de las llamadas revoluciones burguesas que dieron comienzo con la Revolución americana y la Revolución francesa.
Los burgueses, habitantes de las ciudades o "burgos", prosperaron con las nuevas prácticas económicas sustentadas en el mercantilismo y las nuevas técnicas industriales y, al final, exigieron e hicieron suyo el poder político rompiendo con el Antiguo régimen.

CAMILE PISARRO. La roulette des Bohemiens 1862. Óleo sobre lienzo.

Pero esa burguesía, al alzarse con el poder y convertirse en la nueva clase dirigente, demostró un fuerte conservadurismo en lo cultural. Rechazará todas las innovaciones, todas las nuevas y rupturistas propuestas hechas por los artistas para expresar e ilustrar la nueva sociedad.  Llevados por la necesidad de "respetabilidad" propia de los parvenues, demostrarán un gusto estrecho y pacato. El arte chocará, una y otra vez en los muros de la incomprensión y del rechazo de la mentalidad burguesa. Los restos del naufragio son las míticas historias del fracaso, del frío y del hambre en las buhardillas y estudios de la "dorada bohemia".

París fue la capital mundial de las artes durante todo el siglo XIX y el triunfo para un artista era ver su obra en el Salón de París. Esta institución tiene su origen en el siglo XVIII y su prestigio la convirtió en el referente absoluto en el arte durante dos siglos. Triunfar o fracasar dependía del juicio de un grupo de profesores y miembros de la Academia de Bellas Artes constituidos en jueces supremos. El criterio estético de estos se llamó "academicismo" y fue derivando en un conservadurismo inmovilista que imponía normas fijas como el modelado por medio del claroscuro, la preferencia por el dibujo y el uso moderado del color. Fuera de ese canon impuesto por la Academia todo era "mal gusto".

EDGAR DEGAS, Mary Cassat en el Louvre, 1882. Pastel.

Pintar es, en lo básico, cubrir una superficie de color; pero la Academia amordazaba la pintura con sus imposiciones sobre el modelado de las formas a base de añadir negro o con la aplicación de un color siempre temperado y rebajado en su expresión. Liberar a la pintura de esa mortaja, eso era lo que pretendían los jóvenes artistas impresionistas al romper con el canon académico.
Podemos comparar las obras de los pintores preferidos por la Academia (y triunfantes en los salones oficiales) con los pintores impresionistas que rechazaron las normas dictadas por la institución.
Un par de búsquedas en la red dan bastante "luz" sobre el asunto.

 Resultados de la búsqueda de pintura académica y de obras del movimiento impresionista.
Resultados de la búsqueda de pinturas del pintor académico Gèromê y del impresionista Monet.

El color y, sobre todo la luz, marcan la enorme diferencia entre estas dos formas de entender la pintura. El rechazo al negro en las sombras y la aplicación del color sin degradar permite a las pinturas impresionistas llenarse de luz y recuperar el libre uso de lo que es la esencia de la pintura, el color.
La indignación de los académicos fue enorme ante las obras de los pintores impresionistas, unos cuadros que consideraban "inacabados", con un colorido falto de mesura, estridente y aplicado de manera grosera, sin definición en las formas:

"...esas manchas se obtuvieron usando el mismo método que se usa para imitar el mármol: una pincelada aquí, otra allá, sin orden ni cuidado. ¡Es inusitado, terrible! Estoy seguro de que me va a dar un ataque".

Y por supuesto el rechazo de la Academia tendrá como consecuencia inmediata la exclusión del Salón de París. Igual que había pasado con Gustave Courbet, el gran pintor realista, en 1855 y con Édouard Manet en 1855; los pintores del pequeño grupo que frecuentaba el café Guerbois en la rue Batignolles fueron excluidos del Salón.


Lo que unió al primer grupo de pintores impresionistas fue la figura del pintor Édouard Manet. El pintor del escandaloso cuadro "Le déjeneur sur l'herbe", el más rechazado de entre todo el "Salon des refuses" de 1863. El verdadero rupturista marcó la dirección que deberían transitar otros pintores como Camille PIssarro, Edgard Degas, Afred Sisley, Claude Monet (este con o) y Pierre-Auguste Renoir o como las pintoras Mary Cassat y Berthe Morisot.  

MARY CASSATT. Summertime. 1894. Óleo sobre lienzo.

Manet, "el maestro" nunca quiso ser considerado impresionista, en principio porque este término nació como un insulto.

Fotografía del estudio de Nadar en el Boulevard des Capucines nº35 y catálogo de la primera exposición del grupo impresionista, París, 15 de abril de 1874.

En diciembre de 1973 se funda la Société anonyme coopérative des artistes peintres, sculpteurs et graveurs. En abril del 1874, y quince días antes de la inauguración del Salón de Paris, este grupo inaugura una exposición de 165 obras de unos 30 artistas en el estudio del fotógrafo Nadar. 
Nadar era una figura muy conocida de los círculos más modernos del "todo París". Un hombre de su tiempo, fotógrafo (el primer gran fotógrafo en realidad) y aficionado, entre otros cachivaches,a los globos aerostáticos (la última moda en aquellos tiempos).

Autorretrato de Nadar como tripulante de globo, 1863. Y "Nadar elevando la fotografía a la altura del Arte"  Gustave Daumier. Litografía. 1862.

La crítica se lanzó sobre ellos y, en los periódicos del día se leían textos furibundos contra los nuevos pintores. Pero fue un periodista de la revista Le Charivari quien con su pluma bien afilada escribió:

"¿Qué representa esta tela? Veamos el libreto. Impresión, sol naciente. Impresión, estaba seguro. Yo mismo me lo decía: puesto que estoy impresionado, debe de haber impresión ahí dentro... Y, ¡qué libertad, qué soltura en la factura! ¡El papel pintado en su estado embrionario está aún más acabado que esta marina!"

 CLAUDE MONET- Impression, soleil levant. 1872. Óleo sobre lienzo.

El objeto de la verborrea del sr Leroy era un pequeño óleo pintado por Claude Monet en la bahía de Le Havre. El pintor usó una barca y esperó la salida del sol para captar la luz fugaz del instante. Pero el ingenioso escritor no se confundió al elegir esta obra, en realidad toda una declaración de principios del modo de hacer impresionista: pintura captada del natural con todos los recursos de las técnicas del bocetaje al servicio de la captura de lo efímero. Ninguna concesión a la galería, el resultado de una acción pictórica frenética que deja sobre el lienzo esa impresión.

CLAUDE MONET - Bras de Seine près de Giverny, soleil levant. 1897.Óleo sobre lienzo.
Pues bien, esas son las únicas palabras que la historia recordará del fugaz escritor, el título del artículo "Exhibición de los impresionistas" servirá para bautizar al más conocido movimiento pictórico de la modernidad.

 CLAUDE MONET. Le train dans la neige. 1875. Óleo sobre lienzo.

Un par de exposiciones más y el grupo se va perfilando con aquellos pintores que establecerán una nueva forma de pintar:
-La pintura a "plein air", el abandono de los talleres y estudios para enfrentarse a la luz que ilumina las calles y los campos.
-Una técnica del color basada en la interrelación de los colores recogida en la ley del contraste cromático y la aplicación de la ley de los colores complementarios para crear "sombras coloreadas".
 -Los procedimientos y recursos del bocetaje al servicio de la inmediatez, una pincelada suelta, ágil y espesa, sin preparaciones excesivas, sin veladuras y sin retoques posteriores.
-El principio de la ruptura con el cuadro-ventana, la huida del efectismo y de lo ilusorio preparará a la pintura para su posterior evolución.

 PIERRE-AUGUSTE RENOIR. Le BalanÇoire. 1876. Óleo sobre lienzo.

Luego las trayectorias de cada uno fueron bien diferentes, el compromiso estético o la postura rebelde dio paso a otras más o menos dulcificadas y el éxito no tardó en reconocer unas obras que podían ser asimiladas por la burguesía. Pero la lección estaba planteada, desde ese momento, uno tras otro, los grupos de artistas plantearon su relación con el pasado en términos de ruptura. El precio fue, en muchas ocasiones enorme: marginación, pobreza, incomprensión, rechazo...
Y, claro, esa es otra historia, la que casi nunca se cuenta.

ALFRED SISLEY- Le port de Moret sur Loing, le soir. 1884. Öleo sobre lienzo.

BERTHE MORISOT- Chasse aux papillons. 1874. Óleo sobre lienzo.

CLAUDE MONET- Meules, fin de l'été. 1891.Óleo sobre lienzo.

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